En LA PIEL HERIDA pretendo reflexionar sobre la paradoja de que cuanto más creativo, expresivo y experimentado es un bailarín menos puede expresar esa genialidad pues su cuerpo de ha ido desgastando con el paso de los años. Una sensación sin duda terrible para unos profesionales que han dedicado su vida a su perfeccionamiento expresivo.
El proyecto, que está muy lejos de ser terminado, es realizado en película tradicional analógica para, de alguna manera, someter a esa nueva piel que ha captado la imagen a un desgaste similar al que ha sufrido el bailarín o actuante.
Siento esa necesidad de mantener táctil ese dolor, ese desgaste y fricción a lo largo de todo el protocolo del desarrollo del proyecto.
PROYECTO EN DESARROLLO