El objetivo del proyecto “Vida, Origen y Multiverso” es representar artísticamente, a través de la fotografía, algunas reflexiones sobre las últimas teorías científicas sobre el origen de la vida y su posible aparición en diferentes universos al mismo tiempo, denominado por la comunidad científica “Multiverso”.
Para ello, se utilizan espejos a modo de metáfora, como forma de acercar otros universos al nuestro. La imagen final es un fragmento de paisaje reflejado o fusionado en otro paisaje de fondo, paradojas visuales dentro de la realidad. La utilización de espejos en estas fotografías plantean estas cuestiones, ¿es la vida una consecuencia de la evolución del universo?, ¿del nuestro o de varios a la vez?
Los primeros bocetos del proyecto nacieron en el año 2009, pero no fue hasta el 2011 cuando realizamos la primera etapa del proyecto en el Desierto de Atacama en Chile. En el año 2012 pudimos realizar la etapa de Rio Tinto en España y al año siguiente realizamos Islandia.
Para las siguientes etapas del proyecto deberíamos ir al desierto del Namib en Namibia, el desierto más antigüo del planeta y Bahía Shark en Australia, en busca de estromatolitos.
Las imágenes de Fernando Marcos recrean estas preguntas, nos enfrentan a nuestro propio origen, al asombro de vivir. Nos permiten asomarnos a territorios enigmáticos, inquietantes, tal vez soñados. Porque en su centro se adivina un camino hacia nosotros mismos.
La investigación sobre el origen de la vida y los primeros pasos de la evolución biológica constituye uno de los retos más fascinantes que la ciencia actual tiene planteados. De hecho, el origen de los seres vivos ocupa una posición central entre los otros dos orígenes –el del universo y el de los humanos– cuyo estudio no sólo alcanza las fronteras del conocimiento científico sino que lo trasciende e involucra otros campos de la cultura y el pensamiento. En el fondo, nuestra inquietud ante estos temas no es sino la versión moderna de dos de las preguntas que nos han acompañado desde los albores de la humanidad: «¿quiénes somos?» y «¿de dónde venimos?»
Por otro lado, según las últimas teorías de la Astrofísica, se propone un modelo de universo “no-único”, se plantea la posibilidad de la aparición de Multiversos en el mismo origen del Big-Bang (Teoría de Cuerdas). Bajo estas premisas; ¿Se han dado en los diferentes Multiversos las mismas condiciones químicas para la aparición de la vida?
Los científicos nos hablan de cómo, hace unos 3.800 millones de años, la materia inanimada que existía en nuestro convulso planeta pudo dar origen a los seres vivos. ¿O tal vez esas semillas llegaron desde el espacio, y fueron los meteoritos y cometas los que inocularon la vida en la Tierra? Sea cual fuera el lugar en el que se dieron los primeros pasos, el camino continuó por medio de procesos que hoy se empiezan a intuir en los laboratorios. Con ellos la química –cada vez más rica y compleja– pudo convertirse en biología, en sistemas capaces de hacer copias de sí mismos y evolucionar.
La evolución originó una especie unicelular, a la que se ha denominado LUCA, que fue el ancestro común de todos los seres vivos que alguna vez han habitado en nuestro planeta. De LUCA derivan, en diferentes ramas del árbol de la vida, los organismos unicelulares que se conocen como arqueas, las bacterias, los parásitos, las plantas, los hongos, los animales. Entre estos últimos, nosotros. Porque, a pesar de nuestra aparente superioridad sobre el resto de los seres vivos, no somos sino una de las millones de soluciones evolutivas posibles. Una de las múltiples ramas del árbol. Nuestra vida no es sino el espejo en el que se refleja el resto de la vida.
Los organismos vivos han colonizado todos los ambientes que conocemos en nuestro planeta, incluidos los más extremos: lugares tan fríos como el hielo de los polos o tan calientes como las fuentes hidrotermales, tan ácidos como el Río Tinto o tan alcalinos como algunas lagunas ricas en sosa, tan radiactivos como los reactores nucleares, con tanta concentración de sales como las salinas de evaporación solar, con tanta presión como el fondo de los océanos, con tan poco agua como el desierto. Y, lo que es más sugerente, hoy sabemos que la vida podría también existir en otros lugares de nuestro universo. La buscamos en Marte, Europa, Titán… un planeta y dos satélites aparentemente desolados pero que quizá atesoren un secreto ¿Y en otros universos? Si lo que nos dice la física teórica es cierto, tal vez todo nuestro universo no sea sino uno de los múltiples multiversos que se originaron en el pasado, o que tal vez existan en paralelo al que nos rodea. Quizá la vida ha sido el resultado posible –o necesario– de las leyes de la física y la química que gobiernan otros universos.
Las imágenes de Fernando Marcos recrean estas preguntas, nos enfrentan a nuestro propio origen, al asombro de vivir. Nos permiten asomarnos a territorios enigmáticos, inquietantes, tal vez soñados. Porque en su centro se adivina un camino hacia nosotros mismos.
El principal asesor científico del proyecto, el Dr. Carlos Briones, lo describe:
Cada fotografía se abre ante nuestros ojos como una metáfora. Como una ventana al vacío, hacia un abismo insondable que nos atrae y nos desconcierta. En algunas de ellas un pedazo de cielo se recorta en el centro de un paisaje inhóspito, con un azul que nos habla de lo imposible, de un aire hecho jirones sobre la tierra ocre. Otras saben del fuego que acecha bajo la roca, de su aliento aún caliente. Las hay que son el agua, su reposo, su piel inaccesible, la luz que juega a reflejar la luz de su reflejo. Otras son la geometría que la sal inventa y el azogue multiplica, como un eco blanco y lejano. Otras son horizonte. Sombra. Vértigo. Y en el caleidoscopio que nos envuelve, a veces encontramos el rumor de la vida. Una vida que lucha, tenaz, que nos habla de límites y extremos. Hallamos seres vivos que se hacen un hueco en este territorio de sed y de intemperie. Intuimos otros que no podemos ver, pero que están ahí, recordándonos los orígenes, hablando a nuestro oído en un idioma que reconocemos como nuestro. Nos reconforta saber que la vida es siempre posible, que se esconde en los poros de los mapas. Y nos obliga a ser humildes. A asumir nuestro papel de recién llegados. Al contemplar estas fotografías uno comprende que habitamos en la belleza desnuda de un planeta que nos supera. Y que podríamos no estar en él. No éramos necesarios. Pero somos. Desde su silencio mineral, en estos fragmentos de tiempo detenido el espejo es lo otro, lo que falta. El espejo soy yo, solo, mirándome.
AGRADECIMIENTOS:
Han sido muchas las personas que me han apoyado en este proyecto:
Por supuesto Carlos Briones, por su asesoramiento científico y sus maravillosos textos de poeta. Cristina Moreno de Acevedo sin la cual la etapa de Islandia simplemente no habría existido. A los 85 mecenas de Verkami que apoyaron económicamente la etapa Islandesa. Jorge Martín Muñoz y Bernardo Franco me ayudaron, y mucho en Atacama y Rio Tinto. Al Dr. Ricardo Amils por abrirnos las puertas de ese maravilloso rio rojo y a Álvaro Rojas, Isabel Fernández y Ana Milans por ser fundamentales en la etapa Chilena.
A todos ellos…GRACIAS, sin ellos todo esto no existiría.